Alarma en la frontera (Borderline, 1950) es una de esas películas pequeñas que proporcionan buen entretenimiento. ¿Secreto? Su ingenuidad, sencillez y, ¿podemos llamarlo así?, el toque de humor del director William A. Seiter (1892-1964), en la foto. No, no intentes buscarlo en las enciclopedias porque a casi ninguna le sobró un poquito de espacio para incluirlo. Sorprende, sin embargo, que fue un profesional de larga trayectoria (en activo de 1914 a 1955), que trabajó con estrellas del calibre de Henry Fonda, Ava Gardner, Glenn Ford, Rita Hayworth, John Wayne, Ginger Rogers, Fred Astaire, el Gordo y el Flaco o los hermanos Marx, en títulos que van de la comedia romántica al musical o el humor, en películas como Venus era mujer, Bailando nace el amor, Roberta o El hotel de los líos. En Alarma en la frontera, realizada ya casi a punto de retirarse, cuenta con un buen reparto: la pizpireta Claire Trevor (recordada siempre por La diligencia, pero que ganó su único Oscar, de reparto, por Cayo Largo), encandilando a Fred MacMurray (el duro a quien la chica le suele complicar la vida, como le pasaba en Perdición o El apartamento), y con un Raymond Burr (futuro Ironside y Perry Mason) en plan hampón de traje inolvidable y gatillo fácil, pero sin resultar nunca repulsivo para el público.
¿La trama? Una curiosa mezcla de cine negro (descafeinado) y comedia romántica de equívocos en clave de “road movie”. Una agente de policía se infiltra en una banda que trafica con droga desde México para detener a su jefe. Argumento con humor y momentos deliciosos (y otros más flojos, como el número musical de cabaret) que recuerda, a ratos, el tono de Sucedió una noche. Curioso ver, ya en 1950, los lugares insospechados en los que escondían la droga lo traficantes. Ingeniosa la escena del cadáver del mexicano en el coche. (DVD: Sogemedia, ¡OJO! carátula en color aunque es una película en blanco y negro. Comprado por 1’50€ en Mediamark)
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