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Vampiros de la taquilla
Estoy familiarizado con los productos tipo High School Musical, Salta, Camp Rock, Hannah Montana, Cheetah Girls o Jordan Brothers dirigidos a los adolescentes y preadolescentes de este siglo XXI descafeinado. Pero desconocía por completo el fenómeno editorial (que no literario) de la saga vampírica Crespúsculo. Así que he ido al cine a ver esta película sin unas expectativas muy precisas. No esperaba una obra de arte pero sí algo mágico en la linea de La princesa prometida, con un toque 
de morbo. Bueno, en realidad, tenía en la cabeza dos títulos menores pero de culto sobre el tema: Los viajeros de la noche (Near Dark), de Kathryn Bigelow, y Jóvenes ocultos (The Lost Boys), de Joel Schumacher, ambos de 1987. Dos intentos de actualizar y rejuvenecer a los chupasangres. Primera sorpresa, en la sesión de 16 h., un viernes, la sala estaba casi llena, cuando lo habitual es que esté practicamente vacia. El grueso del entregado público eran grupos de chavales, sobre todo chavalinas. Empieza la proyección y bastan unos minutos para comprender que se trata de un producto sin ningún empeño 
artístico, diseñado en exclusiva para explotar las emociones juveniles en taquilla. Todo en él es de una torpeza sonrojante, carece de la menor magia y misterio. Por no dar, no da ni el mínimo de miedo que se le exige a una historia de vampiros. La sesión mereció, no obstante, la pena por compartir el entusiasmo adolescente del patio de butacas. Abandono la sala convencido de que un publico tan rendido merece, al menos, un poco de respeto ¿Qué va a ser del cine con espectadores formados con semejante rancho cinematográfico?
Estoy familiarizado con los productos tipo High School Musical, Salta, Camp Rock, Hannah Montana, Cheetah Girls o Jordan Brothers dirigidos a los adolescentes y preadolescentes de este siglo XXI descafeinado. Pero desconocía por completo el fenómeno editorial (que no literario) de la saga vampírica Crespúsculo. Así que he ido al cine a ver esta película sin unas expectativas muy precisas. No esperaba una obra de arte pero sí algo mágico en la linea de La princesa prometida, con un toque 
de morbo. Bueno, en realidad, tenía en la cabeza dos títulos menores pero de culto sobre el tema: Los viajeros de la noche (Near Dark), de Kathryn Bigelow, y Jóvenes ocultos (The Lost Boys), de Joel Schumacher, ambos de 1987. Dos intentos de actualizar y rejuvenecer a los chupasangres. Primera sorpresa, en la sesión de 16 h., un viernes, la sala estaba casi llena, cuando lo habitual es que esté practicamente vacia. El grueso del entregado público eran grupos de chavales, sobre todo chavalinas. Empieza la proyección y bastan unos minutos para comprender que se trata de un producto sin ningún empeño 
artístico, diseñado en exclusiva para explotar las emociones juveniles en taquilla. Todo en él es de una torpeza sonrojante, carece de la menor magia y misterio. Por no dar, no da ni el mínimo de miedo que se le exige a una historia de vampiros. La sesión mereció, no obstante, la pena por compartir el entusiasmo adolescente del patio de butacas. Abandono la sala convencido de que un publico tan rendido merece, al menos, un poco de respeto ¿Qué va a ser del cine con espectadores formados con semejante rancho cinematográfico?
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3 comentarios:
Excelente blog!!!.
http://s2.ar.bitefight.org/c.php?uid=34685
Estoy muy de acuerdo con usted, Sr. Kaplan, al respecto de Crepúsculo. Pero disiento en que Los viajeros de la noche y Jóvenes ocultos sean películas menores. Son por momentos estrafalarias pero tienen un espíritu que pocas veces se ha visto en el subgénero vampírico.
Rosendo, quizá tienes razón. Seguro que tu conocimeinto del género (el terror no es uno de mis preferidos) es más preciso que el mío. Vi Los viajeros de la noche y Jóvenes ocultos cuando se estrenaron y no he vuelto a verlas. Mi recuerdo es bueno, pero conservo la sensación de que les faltaba algo. Sobre todo a la segunda. Que empezaban de modo excelente pero se alejaban de su norte según avanzaban. No obstante, estoy esperando tener un momento para verlas otra vez y le cuento. Gracias por su comentario. George Kaplan
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