skip to main |
skip to sidebar
Estética hueca
El (último) cine de José Luis Garci es como el traje de buena hechura que desluce porque no encuentra el maniquí adecuado. Es curioso, cuanto mejor le salen las películas en lo formal, menos interesan en lo sustancial. La fotografía y la dirección artística son sobresalientes pero lo que cuentan, o mejor, como lo cuentan, carece de interés. En el melodrama Luz de domingo, la llegada de un forastero (con mejor pasta para la adversidad que el santo Job) a un pueblo asturiano, el oprobio del que es objeto por el cacique de turno y su inevitable venganza. Un esquema muy de western, o de western sentimental, como él lo llamaría. Un personaje que recuerda mucho al hombre de una pieza protagonista de Horizontes de grandeza, aunque queda patente que Alex Gonzalez no es Gregory Peck. Del mismo modo, Alfredo Landa, a quien tanto admiro (más por esas comedias que tantos necios no le perdonan que por otros papeles más dramáticos) está más bien fuera de tipo en un papel de suegro taciturno que le hubiera ido como anillo al dedo al gran Jean Gabin de Justicia sin palabras. No faltan, claro, las ya cansinas, por reiteradas en sus películas, referencias del guión al boxeo y el cosmopolitismo de Nueva York. Aunque la filosofía del film se resume con un simple: Pueblo pequeño, infierno grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario