
El cine español sufre un ataque agudo de la fiebre conocida como Opera Prima. Síntomas actuales: "El orfanato" (que inaugura hoy el Festival Internacional de Cinema de Catalunya, nombre oficial de lo que siempre fue el Festival de Sitges), "Bajo las estrellas", "Ladrones", "Concursante", "Yo", "Los cronocrímenes", "La habitación de Fermat", "Noctámbula", "Bosque de sombras", "La caja", "Pudor", "No digas nada", "Café sólo o con ellas", "La luna en una botella", "Chuecatown", "Lo mejor de mi", "La torre de Suso", "El hombre de arena"... y así hasta medio centenar o más de títulos. Un cuadro clínico que es recurrente según certifica el último informe anual de la Academia de Cine, según el cual, de 121 largometrajes producidos en 2006 de los que recibió información esta institución, 64 fueron obra de debutantes, un 53 por ciento del total. Lógico con un sistema de subvenciones que reserva los adelantos económicos para los cineastas noveles ¿Qué futuro aguarda a tanto aprendiz de Orson Welles, perdón, al enfermo? En frase ingeniosa de Juanma Bajo Ulloa: Hay directores que dirigen dos películas a la vez, la primera y la última. El libro "Debut y despedida: Directores españoles de una sola película", de Miguel Ángel Rivas, da algunas pistas útiles de la evolución clínica del mal a través de 287 casos de directores que jamás hicieron su segunda película. En no pocas ocasiones, para bien del público.
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