viernes, 13 de febrero de 2009
Informar no es censurar
Cualquiera que vaya habitualmente con niños al cine en España sabe que cuando entra a ver películas consideradas aptas para menores (según el Ministerio de Cultura o la Generalidad de Cataluña, únicas administración con competencias para clasificar el cine por edades), puede encontrarse con contenidos del todo inapropiados para los chavales. En París, en cambio, las salas advierten hasta tres veces si las películas contienen escenas que pueden herir a espectadores adultos sensibles o al público más joven. Lo hacen en el cartel que anuncia la película en la fachada (foto superior), en los paneles que informan de la programación de la sala (foto de la izquierda) y en un cartel puesto al efecto en la cola de la taquilla (foto de la derecha). Creo que los espectadores que en España vayan a ver películas como El intercambio, de Clint Eastwood (con una de las ejecuciones más brutales que se han filmado en cine comercial); Camino, de Javier Fesser (con sus imágenes quirúrgicas), o Slumdog Millionaire, de Danny Boyle (con torturas por descargas eléctricas y cegamiento de niños pequeños vertiéndoles metal fundido en los ojos) merecerían el mismo respeto que el público francés. ¿O es Francia sospechosa de poca cultura democrática? Informar no es censurar. En el primer caso, el espectador decide libremente, pero sabiendo lo que va a ver, si entra o no al cine. En el segundo, alguien decide por él, y la película se mutila o se retira de circulación, haya o no alguien que libremente quiera verla. Fácil de comprender, ¿o no?
3 comentarios:
No sé, George, no soy partidario de evitar a los niños ciertas verdades sobre la existencia. Decía cierta noble francesa pre-Revolución: "Habría que educar a los jóvenes familiarizándolos con las penas y los dolores más terribles, y explicándoles que nos acostumbramos a ellos; habría que enseñarles esta gran verdad para prepararles a todas las miserias de la condición humana".
Mejor esa lucidez que la presunta inocencia fruto de la ignorancia, que deriva con los años en la falta de ética y sinvergonzonería más elementales; eso sí, siempre "sintiéndose uno un niño".
Difiero de tí, Diego, aunque reconozco que hay una tradición en esa linea y que en tiempos, por ejemplo, se llevaba a los niños a presenciar las ejecuciones públicas, que se consideraban espectáculos edificantes para sus tiernos espíritus.
En cualquier caso, reitero: informar no es censurar. Debo, además, haberme expresado mal, porque reivindico la información no sólo para los menores sino también para los adultos. Por ejemplo, ahora que está en el centro del debate la caza, ¿estaría mal informar si una película contuviera escenas de caza de especial crudeza y detalle?
A mi, creo, esas imágenes no me molestarían en especial, pero creo que puede haber gente que sí y que tiene todo el derecho a elegir libremente no ir al cine a pasar un mal rato.
En los adultos no había pensado =S
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