domingo, 25 de enero de 2009
¿Productor? ¿Qué productor?
Cada vez que se habla de algún premio de cine importante se repite la misma discusión baldía ¿Cómo es posible que el director de la cinta candidata a Mejor Película no sea candidato él mismo al premio a Mejor Director? Plantearse siquiera tal duda es no sólo desconocer la labor esencial del productor sino negarle, además, la recompensa a su muchas veces tan entusiasta como ingrata labor. Puedo entender que a los aficionados se les pase por alto esta realidad, pero la cuestión me resulta intolerable cuando la plantean, y la plantean, profesionales de la propia industria, críticos o informadores cinematográficos. Se acepta como natural que se premie el vestuario, la fotografía, el guión o la interpretación de una película aunque ésta sea un auténtico desastre, pero no se acepta que se premie a quien la hizo posible, o sea al productor, si a la vez no se hace otro tanto con el director. Este año los directores de las cinco candidatas al Goya, en España, y al Oscar, en Hollywood, a Mejor Película optan, a su vez, al Oscar a Mejor Director ¡Qué fatiga!
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