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Woody Allen hace turismo
Es gracioso leer y escuchar los equilibrios que hacen críticos, comentaristas y espontáneos para no reconocer lo que es un hecho, que Vicky, Cristina, Barcelona no es una buena película. Aunque tampoco lo es mala ni regular por la sencilla razón de que una serie de fotogramas no constituye por sí misma una película. Para quien no se haya dado cuenta todavía, el silogismo de la crítica y el llamado cine de autor es así de simple: “Todo lo que hace este autor es bueno/ Esta película es de este autor/ Luego esta película es buena”. Qué sencillo, gratificante y lucrativo para quien consigue la denominación de origen de autor. Yo admiré mucho al cineasta neoyorkino hace
años, pero ahora no espero ya mucho de él. Me parece incluso un poco patético verlo como aquellos artistas del pasado caidos en desgracia que recorrían las cortes europeas en busca de un protector que los mantuviese. No es tampoco la primera vez que el cine europeo se convierte en refugio de luminarias americanas en declive (un Henry Fonda, por ejemplo, participando en spaghetti-westerns). He visto la película en versión original subtitulada (o sea, en inglés con algo de español) y me es difícil imaginar como se puede doblar eso al castellano sin que pierda lo poco que tiene de gracia el guión (a parte de la imagen tan tópica y desenfocada que da de España). La versión doblada al catalán me parece que puede ser ya un doble salto mortal sin red, aunque acorde con otras notables incongruencias de la cinta. Así, Vicky viaja a
Barcelona para estudiar “identidad catalana” (sic), seducida desde niña por la arquitectura de Gaudí, pero se apunta a clases de español al llegar a la ciudad condal. Más raro aún, tanto ella como Cristina (que demuestra en un momento del filme que hasta sabe hablar chino) se van de la capital catalana, después de llevar dos meses viviendo allí, sin haber pronunciado ni una sola palabra en la lengua de Pla ni en castellano (salvo un “señor” que le dedica la primera a Bardem en su primera noche barcelonesa). ¿Seré un bicho raro porque cuando viajo a un país donde no se habla español intento aprender y utilizar por cortesía alguna palabra del idioma local? ¿O será quizá que no soy un personaje creado por un cineasta tan genial como Woody Allen?
2 comentarios:
Ja ja, no estoy de acuerdo con tu mala opinión de la película, pero sí con el relato de sus numerosas incongruencias, y con esa comparación tan acertada del Allen actual con esos "artistas caídos en desgracia que recorrían las cortes europeas en busca de un protector que los mantuviese". Genial.
Gracias.
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