viernes, 5 de septiembre de 2008

Ovaciones y abucheos

Se han escuchado abucheos en la Mostra de Venecia. Ninguna novedad. Tales expresiones de disgusto son ya casi un clásico de este festival. Esta vez le ha tocado la china, merecida o no, en eso no entro, a Une nuit de chien, del alemán Werner Schroeter, que adapta el relato Una noche de perros, de Juan Carlos Onetti. Cada vez que se produce una situación similar surge la polémica entre quienes consideran una falta de educación y respeto la pitada, frente a quienes opinan que ésta no es más que el ejercicio de un derecho legítimo del espectador. Muy pocas veces, salvo en estrenos con asistencia del equipo de la película, he escuchado aplausos en una sala de cine. Surgieron espontáneos, por ejemplo, en una sesión de Los santos inocentes, en el momento en el que el personaje de Paco Rabal ahorcaba al señorito (Juan Diego) que había matado a su “milana bonita”. También fui testigo de ellos, hace poco, en una sesión de tarde de Mamma Mia, cuando al final del film Meryl Streep habla a cámara, dirigiéndose al público desde la pantalla. Ninguna de estas veces que he asistido a una ovación desde el patio de butacas ha habido quejas de nadie ¿Por qué ha de haberlas entonces si se abronca la película con un abucheo en lugar de premiarla con una ovación?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca he aplaudido ni abucheado una película, pero no por falta de ganas. Me puede el sentido del ridículo, que parezca absurdo dedicarle un gesto vivo a lo que no es más que un registro de imágenes. Pero aún recuerdo cuando vi, hace quince años o por ahí, Lo Que Queda del Día; me dejó postrado en la butaca, siempre he lamentado no haberme atrevido a dedicarla una ovación.

Juan Pando dijo...

Comparto tu pudor, aunque yo de lo que me he tenido que contener bastantes veces es de exteriorizar mi enfado ante algunas tomaduras de pelo cinematográficas.