lunes, 18 de mayo de 2009
Ángeles, demonios, taquilla
Pocos cineastas tan aburridos como el multipremiado Ron Howard (arriba, con los Oscar que ganó como director y productor de Una mente maravillosa, abajo, con el galardón del Sindicato de Directores). A pocos les va con más propiedad el calificativo de artesano en su sentido más peyorativo. Tiene el estilo narrativo de los atestados policiales: enumeración fría y cansina de sucesos concatenados. Le puedes dar oro puro, que él lo transformarán en hojalata. Sólo dio señales de emoción y chispa en la excelente El desafío: Frost contra Nixon, pero fue un mero espejismo porque en Ángeles y demonios ha vuelto por sus fueros. El bueno de Howard confunde la verborrea cultista y (pseudo)científica, la confusión visual, el ruido y las carreras de los personajes (en coche, helicóptero o a pie, por calles, palacios, iglesias, bibliotecas…) con la acción y el ritmo trepidante. Confunde personajes con garra, como Indiana Jones, el Guillermo de Baskerville de El nombre de la rosa o Sherlock Holmes, con Robert Langdon, esa caricatura suma de los tres pergeñada por Dan Brown, y, para rematar, lo enfrenta a un asesino con la ética bélica de los alienígenas de Depredador. Confunde, en fin, la trama que ha de tener un thriller con garra, como Terminator, Chinatown, Chacal o incluso la trilogía sobre Jason Bourne, con el libro Ángeles o demonios. Pero la última vez que Howard se confundió, precisamente con El código Da Vinci, del mismo autor y personaje, hizo una taquilla de 758 millones de dólares. ¿Por qué no seguir entonces tropezando en esa misma y rentabilísima piedra?
1 comentario:
¡Esto sí que es cine basura, y no lo que hace tanto aficionado de serie Z, que al menos ni se engaña ni engaña a su público!
En cualquier caso, Ángeles y Demonios hará dinero, pero pongo la mano en el fuego a que se va a quedar muy corta respecto de El Código. Y es que los espectadores no son inteligentes pero sí volubles, y el runrún ya no es el mismo...
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