miércoles, 23 de enero de 2008

El Oscar más Plácido

Plácido es el título de una de esas magistrales comedias llenas de mala baba que han hecho de Luís García Berlanga uno de nuestros mejores cineastas. Una película que fue nominada al Oscar, y que lo perdió nada menos que frente a Ingmar Bergman. Plácido es, también, el nombre de protagonista del film, un pobre con dignidad a quien los ricos de la ciudad de provincias en donde vive se empeñan en invitar a cenar por Navidad. Plácido debería ser el nombre con el que habría que rebautizar al Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa, fórmula que emplean los mandamases de Hollywood para sentar a un pobre (léase: al cine europeo) a su mesa, porque, como se dice en la cinta: "para la caridad no hay fronteras”. Hay, sin embargo, una diferencia entre el Plácido de la película y los Plácidos de los Oscar. El primero soportaba estoico una farsa que no había buscado y en la que no quería participar. Los cineastas no anglófonos que acuden a la Meca del Cine lo hacen, en cambio, dándose de codazos por colarse en la fiesta y con aires de bravucón, queriendo imponer sus condiciones en casa ajena. Este año, a la producción española El orfanato, primera película que dirige el debutante Juan Antonio Bayona, no la han sentado al banquete ¿Qué mejor disculpa para el pataleo?

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